“La indiferencia también es
violencia”[1]
Reflexiones en torno al reportaje
periodístico
Por Jaikel H. Rodríguez Bayona[2]
En el marco del 25 de noviembre,
“Día internacional de la lucha contra la violencia hacia la mujer”, la Red
Peruana de Masculinidades a través de su iniciativa de acciones públicas con la
“Brigada Anti machista”, decidió realizar un experimento social con el apoyo
del programa periodístico Panorama, cuyo objetivo era poner en evidencia cómo
los hechos de violencia machista contra la mujer eran normalizados y vistos
como algo cotidiano y a los que no se le prestaban mayor importancia, o como un
tema “privado” de “pareja”, incluso en espacios públicos. En esa medida, con la
ayuda de algunas personas se dramatizó escenas de violencia contra la mujer en
lugares donde había presencia de personas, sobre todo, de otros hombres. De esa
forma, se pudo recoger estas opiniones, percepciones y actitudes de las
personas que observaban el hecho de violencia y fueron intervenidos. Vale la
pena hacer algunas apreciaciones sobre los comentarios de las personas
intervenidas (es espacios públicos, en contexto urbano-Lima), con el objetivo
de seguir reflexionando en torno a la violencia machista contra la mujer en el espacio
público [J1] y,
sobre todo, las acciones que suman para enfrentarla.
1.
“Discusión
de pareja, como cualquiera ¿no?”, “Lo que pasa es que son pareja, y nadie se puede
meter”,“Cuestión de pareja es”, “Están discutiendo una pareja de enamorados…
eso es cuestión personal”.
En torno a la violencia machista
contra la mujer, existe confusión y dificultad por parte de la población en
torno a qué situaciones llamar violencia y a qué cosa no. Considero que no
podemos hablar de pelea de pareja, porque definitivamente las relaciones de
poder son desiguales. He ahí la importancia de tener una definición sobre
violencia de la cual cual partir. En este punto, planteo que la violencia es todo acto donde hay un abuso de poder, donde
aquella persona que tiene más poder busca doblegar la voluntad de aquella que
tiene menos poder, para lo cual usa diversos mecanismos como la violencia
física, los chantajes, la manipulación, el control, etc. Entendiendo,
entonces, que hablamos de violencia en esas dos condiciones: desequilibrio de
poder y la intención de doblegar la voluntad y libertad de la otra persona. Es
en esta medida que no podemos seguir denominando “pelea de pareja”, ya que
evidentemente hay un abuso de poder del hombre frente a la mujer (en los casos
mostrados). Tal vez, podríamos pensar que hay una situación de pelea de pareja
siempre y cuando los poderes entre ambos sean más o menos iguales o
equiparables.
Sin embargo, no solo es un tema
de conceptualización sino más bien hay un trasfondo cultural mucho más
complejo, ya que hay la creencia de que incluso una violencia vista como la
hemos definido, en el contexto de una pareja es permitida, es legitima, ya que
es un ámbito privado donde nadie puede meterse, es una cuestión personal como
bien lo señalan. ¿Qué significa este ámbito privado y personal en nuestro
imaginario social? Pues que cada uno se las arregla y no está permitido que
otra persona cruce esa línea de lo personal. Esto viene muy bien “justificado”
con algunos temores y mecanismos de represión, como son el hecho de que si
transgredes esa línea pues te puede ir mal, como ser golpeado, mal visto y que
peor aun, quien sabe tambien puedan invadir tu privacidad las demás personas.
2. “En
cierta parte para que se comporte así, ella misma se lo permite”, “Ahora es
culpa de la chica también. Tiene que conocer primero a la persona antes de
empezar una relación”.
Acompañada de la idea de que es
un asunto personal, privado, una creencia muy fuerte es el hecho de que si la
mujer sufre violencia es porque “es culpable”, o “ha hecho algo”. Este es un
mecanismo muy fuerte para mantener la idea de que la violencia es justificable,
ya que si alguien (la mujer) ha hecho algo “malo” pues merece ser violentada,.
Se ve la violencia como una forma de disciplinar y enseñar a no faltar “el
respeto” al hombre.
Además, este es un mecanismo muy
potente para mantener un sistema de dominación y violencia contra la mujer, que
logra que la mujer termine sintiéndose efectivamente responsable y culpable por
la violencia que sufre. Además, es un forma por la cual muchas veces las
mujeres terminan creyendo que siendo ellas “las malas de la película”, sus
parejas son “los pobrecitos”, motivo por el cual es frecuente que salgan
a defender a su pareja o porque
saben que al llegara casa sufrirán más violencia y culpabilización de parte de
su pareja.
Depositar la responsabilidad en
la mujer es la estrategia a través d lacual los hombres evaden la responsabilidad
del ejercicio de su violencia, ya que tienen toda una sociedad que respalda su
posición y que castiga a la mujer desde todo los puntos de vista, sobre todo,
culturalmente.
3.
“Mientras
no levante la mano, están discutiendo entre ellos”, “Tiene que haber una bronca
(violencia física) para hacer algo”, “Están discutiendo… hasta ahora no veo
violencia”, “Sí vi violencia, pero golpe no”, “No hay violencia, solo forcejeo”.
Otro de los mensajes fuertes que
podemos encontrar en las respuestas es el hecho de creer que la violencia se
considera como tal tan solo cuando hay golpes o violencia física, quedando
totalmente minimizadas y casi invisibilizadas las otras formas de violencia
contra la mujer, como son la violencia verbal, psicológica, la humillación, el
chantaje, las amenazas, etc. Estas son formas de violencia que el imaginario
social considera “poco peligrosas” o “tolerables”
Esta mirada estrecha de la
magnitud de la violencia está presente en lo cotidiano, pero tambien se expresa
en mecanismos legales donde no procede la sanción hacia el agresor si no hay
golpes o secuelas físicas visibles.
Así tambien, los hombres tienen
un recurso más para justificar el ejercicio de violencia contra sus parejas,
pues son incapaces de responsabilizarse o ser conscientes del profundo daño que
puede significar para su pareja las otros formas de violencia. Por eso muchos
hombres consideran que los violentos son solo aquellos hombres “pegalones” que
agreden físicamente a sus parejas y que ellos mismos no son violentos, ya que la
manipulación, la humillación, el insulto y la culpabilización no son vistas
como violencia.
4. “No,
es su problema… ¿Tú que puedes hacer?”, “Si es una discusión ajena, yo no puedo
meterme. Mientras no la estén arrastrando al piso”.
La tolerancia social y colectiva y
la indiferencia son los mecanismos más fuertes que hacen que sigamos teniendo cifras
alarmantes de feminicidio y de violencia contra la mujer en nuestro país[3].
Sentirse ajeno a esta problemática es
recurrente en nuestra cultura, pues incluso si hubiese violencia física, en
tanto sea considerado un tema de pareja o un tema privado, nadie estará
dispuesta o dispuesto a asumir que esa situación tambien le implica por varias
razones: como el principio ético moral de ser solidario con aquella persona que
necesita de nuestra ayuda. Otro razón es
el derecho a la vida que tiene la persona afectada, por consiguiente de
ser protegida por la sociedad, la comunidad y el Estado. Además es una
situación que trae consecuencias no solo para la persona directamente afectada,
sino para sus hijas, hijos, su familia, su comunidad, el país y la sociedad en
general.
Pues tolerar esta situación es
seguir legitimando y sentenciando a la mujer, y también en un futuro a más
mujeres y hombres. Si bien los hombres llegan ser adultos que violentan,
muchos de estos hombres han sido víctimas de la violencia machista cuando eran
niños. Es a través de la transmisión generacional y la socialización que los hombres van aprendiendo que es una
sociedad que tolera y acepta ese tipo de relaciones y actuará nuevamente según
vio, según aprendió de lo que significa ser hombre.
5.
“No
nada de los dos (haciendo referencia a cuestión de pareja), estás en la vía
pública”.
Todavía es difícil romper la idea
de que las cuestiones “de pareja” son temas privados y que es el ámbito donde
se resuelve y ahí nadie puede meterse. Muchos agentes de seguridad, llámese
policía o serenazgo, muchas veces consideran que un acto de violencia en la vía
publica no puede ser tolerado, y aduciendo en sus intervenciones que están
afectando la tranquilidad y el orden del espacio público, y con ello
sentenciando de manera indirecta que si el hombre quiere ir a pegarles a su
pareja que lo haga en su casa no en la vía publica.
Si bien es aplaudible que los
agentes de seguridad intervengan efectivamente en este tipo de casos, pero aun falta
un paso mayor, que es que entiendan que es un caso de violencia contra la mujer
en un espacio público, pero también en cualquier espacio privado y que es un hecho que no debe darse bajo ninguna
justificación, y definitivamente no solo es un tema de perturbar la
tranquilidad del espacio público.
Es clave entender que la
violencia no debe ser tolerada por ningún motivo, ni justificada venga de donde
venga (de los hombres, de las mujeres, del Estado, etc.).
Habiendo señalado cada uno de
estos puntos, es importante señalar algunas opiniones sobre los miedos,
cuestionamientos y contraargumentos que se observan en los diferentes
comentarios en los medios virtuales en torno al reportaje.
1. “Es mejor no meterse,
porque luego es la mujer quien sale defendiendo a su pareja”.
Entender la complejidad del mundo
subjetivo de las mujeres que sufren violencia es un reto. Si solo vemos lo
aparente, justamente nos reafirmaremos en nuestros prejuicios. Y lo cierto es
que no es fácil para las mujeres que sufren violencia poder romper con ese
círculo de violencia. Para que ella siga con su pareja y “no lo deje” muchos
actores están en todo momento presionándola: la familia que le dice que “una
buena mujer o una buena esposa lo soporta todo, por el bien de la familia”; la
presión de la sociedad que, en general, la culpa ( “Algo habrá hecho; por eso,
se lo merece”); un Estado que no la protege (incluso si ella denunciara, las leyes
son tan deficientes que no la protegerían, al contrario la ponen en riesgo); y
ligado a este último aspecto, la mujer sabe que lo más probable es que, cuando
estén a solas con su pareja la violencia puede ser aun más fuerte hacia ella
(porque la mujer termina siendo culpable hasta de que alguien la defienda). Por
eso, es importante que hagamos un esfuerzo de sensibilidad. Antes de opinar o
tomar actitudes lapidarias, pensemos acerca de las diferentes situaciones que
deben estar pasando las mujeres que son víctima de violencia.
2. “Después de la pelea
un poco más allá se están besuqueando o se van abrazados”.
Posiblemente, veamos casos
parecidos a los señalados o mostrados en el reportaje, y nuevamente es mucho
más complejo de lo que podemos ver a simple vista, pues una mujer que está
dentro de una relación de pareja donde hay violencia es porque ya cruzó un
límite y el hombre ya logró someterla y dominarla. En esas circunstancias, la
relación de dependencia es uno de los mecanismos más fuertes que impide que una
mujer tome la decisión de separarse, de denunciar, etc. Dado que este estado de
dependencia está tremendamente nutrido por un aparente amor hacia su pareja,
por una incapacidad para verse libre o autónoma en otros espacios o con otras
personas, o por los miedos (a la soledad, al desprestigio, la sanción, a la
violencia, etc.) que son consecuencia de lo que ha venido cediendo la mujer al
hombre, como son anteponer las necesidades de su pareja ante la de ellas, sus
espacios, etc. Podríamos ahondar más sobre este punto, pero no es el objetivo
de este texto; sin embargoes importante hacer el esfuerzo de pensar qué sucede
en verdad en este caso. Personalmente, no creo que a ninguna persona le guste
vivir en una relación violenta ni siquiera en nombre del amor.
3. “¿Qué sucede si me
meto y me meten un balazo, o me pega a mí?”
Definitivamente, cuando se
presenta este tipo de reflexiones no es necesariamente para incitar o invitar a
que las personas se enfrente mediante golpes con el agresor, situación que definitivamente
sería peligrosa para ambas partes.
Consideramos que, de modo
general, mientras tengamos estas creencias siempre que caminemos por las
calles, o veamos situaciones de violencia en nuestros vecinos, etc., seguiremos
pensando que es algo normal. Por el contrario, con esto queremos desmontar esas
creencias tan enraizadas y apostar por una sociedad que critique, cuestione y
sancione este tipo de violencia o cualquier acto de violencia. Para ello no es
necesario ir y pegar al agresor, podemos hacerlo llamando a la policía, al
serenazgo, parándonos cerca al hecho, haciendo acto de presencia y, si las
condiciones son seguras, interviniendo para separar (siempre primero cuidando
de la seguridad de uno y la mujer. Brindar información a la mujer y al hombre
sobre espacios donde presten ayuda sobre esos casos (si es que se tiene la
oportunidad de conocer personas que viven en esa situación-familiares, amigas,
vecinos, etc.)
Cuestionar los discursos
legitimadores de las personas más próximas que tenemos, esos pequeños hechos ya
son actos revolucionarios que harán que nuestra sociedad pueda cambiar por un
mundo sin violencia, sin machismo.
[1]
Reportaje del programa dominical Panorama, realizado a la “Brigada Anti
machismo” de la Red Peruana de Masculinidades: http://www.youtube.com/watch?v=UlAnWoZpdhY
[2]
Psicólogo social de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima, Perú).
Coordinador y activista de la Red Peruana de Masculinidades.
[3]
Según el informe periodístico hasta noviembre de este año se pasaba 100 casos
de feminicidio, ver en: http://elcomercio.pe/actualidad/1659393/noticia-mas-100-casos-feminicidio-se-han-registrado-peru-lo-que-va-ano
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