lunes, 20 de enero de 2014

“La indiferencia también es violencia”[1] Reflexiones en torno al reportaje periodístico



“La indiferencia también es violencia”[1]

Reflexiones en torno al reportaje periodístico

Por Jaikel H. Rodríguez Bayona[2]


En el marco del 25 de noviembre, “Día internacional de la lucha contra la violencia hacia la mujer”, la Red Peruana de Masculinidades a través de su iniciativa de acciones públicas con la “Brigada Anti machista”, decidió realizar un experimento social con el apoyo del programa periodístico Panorama, cuyo objetivo era poner en evidencia cómo los hechos de violencia machista contra la mujer eran normalizados y vistos como algo cotidiano y a los que no se le prestaban mayor importancia, o como un tema “privado” de “pareja”, incluso en espacios públicos. En esa medida, con la ayuda de algunas personas se dramatizó escenas de violencia contra la mujer en lugares donde había presencia de personas, sobre todo, de otros hombres. De esa forma, se pudo recoger estas opiniones, percepciones y actitudes de las personas que observaban el hecho de violencia y fueron intervenidos. Vale la pena hacer algunas apreciaciones sobre los comentarios de las personas intervenidas (es espacios públicos, en contexto urbano-Lima), con el objetivo de seguir reflexionando en torno a la violencia machista contra la mujer en el espacio público [J1] y, sobre todo, las acciones que suman para enfrentarla.

1.    “Discusión de pareja, como cualquiera ¿no?”, “Lo que pasa es que son pareja, y nadie se puede meter”,“Cuestión de pareja es”, “Están discutiendo una pareja de enamorados… eso es cuestión personal”.
En torno a la violencia machista contra la mujer, existe confusión y dificultad por parte de la población en torno a qué situaciones llamar violencia y a qué cosa no. Considero que no podemos hablar de pelea de pareja, porque definitivamente las relaciones de poder son desiguales. He ahí la importancia de tener una definición sobre violencia de la cual cual partir. En este punto, planteo que la violencia es todo acto donde hay un abuso de poder, donde aquella persona que tiene más poder busca doblegar la voluntad de aquella que tiene menos poder, para lo cual usa diversos mecanismos como la violencia física, los chantajes, la manipulación, el control, etc. Entendiendo, entonces, que hablamos de violencia en esas dos condiciones: desequilibrio de poder y la intención de doblegar la voluntad y libertad de la otra persona. Es en esta medida que no podemos seguir denominando “pelea de pareja”, ya que evidentemente hay un abuso de poder del hombre frente a la mujer (en los casos mostrados). Tal vez, podríamos pensar que hay una situación de pelea de pareja siempre y cuando los poderes entre ambos sean más o menos iguales o equiparables.
Sin embargo, no solo es un tema de conceptualización sino más bien hay un trasfondo cultural mucho más complejo, ya que hay la creencia de que incluso una violencia vista como la hemos definido, en el contexto de una pareja es permitida, es legitima, ya que es un ámbito privado donde nadie puede meterse, es una cuestión personal como bien lo señalan. ¿Qué significa este ámbito privado y personal en nuestro imaginario social? Pues que cada uno se las arregla y no está permitido que otra persona cruce esa línea de lo personal. Esto viene muy bien “justificado” con algunos temores y mecanismos de represión, como son el hecho de que si transgredes esa línea pues te puede ir mal, como ser golpeado, mal visto y que peor aun, quien sabe tambien puedan invadir tu privacidad las demás personas.

2. “En cierta parte para que se comporte así, ella misma se lo permite”, “Ahora es culpa de la chica también. Tiene que conocer primero a la persona antes de empezar una relación”.
Acompañada de la idea de que es un asunto personal, privado, una creencia muy fuerte es el hecho de que si la mujer sufre violencia es porque “es culpable”, o “ha hecho algo”. Este es un mecanismo muy fuerte para mantener la idea de que la violencia es justificable, ya que si alguien (la mujer) ha hecho algo “malo” pues merece ser violentada,. Se ve la violencia como una forma de disciplinar y enseñar a no faltar “el respeto” al hombre.
Además, este es un mecanismo muy potente para mantener un sistema de dominación y violencia contra la mujer, que logra que la mujer termine sintiéndose efectivamente responsable y culpable por la violencia que sufre. Además, es un forma por la cual muchas veces las mujeres terminan creyendo que siendo ellas “las malas de la película”, sus parejas son “los pobrecitos”, motivo por el cual es frecuente  que salgan  a defender a su pareja o  porque saben que al llegara casa sufrirán más violencia y culpabilización de parte de su pareja.
Depositar la responsabilidad en la mujer es la estrategia a través d lacual los hombres evaden la responsabilidad del ejercicio de su violencia, ya que tienen toda una sociedad que respalda su posición y que castiga a la mujer desde todo los puntos de vista, sobre todo, culturalmente.

3.   “Mientras no levante la mano, están discutiendo entre ellos”, “Tiene que haber una bronca (violencia física) para hacer algo”, “Están discutiendo… hasta ahora no veo violencia”, “Sí vi violencia, pero golpe no”, “No hay violencia, solo forcejeo”.
Otro de los mensajes fuertes que podemos encontrar en las respuestas es el hecho de creer que la violencia se considera como tal tan solo cuando hay golpes o violencia física, quedando totalmente minimizadas y casi invisibilizadas las otras formas de violencia contra la mujer, como son la violencia verbal, psicológica, la humillación, el chantaje, las amenazas, etc. Estas son formas de violencia que el imaginario social considera “poco peligrosas” o “tolerables”
Esta mirada estrecha de la magnitud de la violencia está presente en lo cotidiano, pero tambien se expresa en mecanismos legales donde no procede la sanción hacia el agresor si no hay golpes o secuelas físicas visibles.
Así tambien, los hombres tienen un recurso más para justificar el ejercicio de violencia contra sus parejas, pues son incapaces de responsabilizarse o ser conscientes del profundo daño que puede significar para su pareja las otros formas de violencia. Por eso muchos hombres consideran que los violentos son solo aquellos hombres “pegalones” que agreden físicamente a sus parejas y que ellos mismos no son violentos, ya que la manipulación, la humillación, el insulto y la culpabilización no son vistas como violencia.

4.  “No, es su problema… ¿Tú que puedes hacer?”, “Si es una discusión ajena, yo no puedo meterme. Mientras no la estén arrastrando al piso”.
La tolerancia social y colectiva y la indiferencia son los mecanismos más fuertes que hacen que sigamos teniendo cifras alarmantes de feminicidio y de violencia contra la mujer en nuestro país[3].
 Sentirse ajeno a esta problemática es recurrente en nuestra cultura, pues incluso si hubiese violencia física, en tanto sea considerado un tema de pareja o un tema privado, nadie estará dispuesta o dispuesto a asumir que esa situación tambien le implica por varias razones: como el principio ético moral de ser solidario con aquella persona que necesita de nuestra ayuda. Otro razón es  el derecho a la vida que tiene la persona afectada, por consiguiente de ser protegida por la sociedad, la comunidad y el Estado. Además es una situación que trae consecuencias no solo para la persona directamente afectada, sino para sus hijas, hijos, su familia, su comunidad, el país y la sociedad en general.
Pues tolerar esta situación es seguir legitimando y sentenciando a la mujer, y también en un futuro a más mujeres y hombres.  Si bien  los hombres llegan ser adultos que violentan, muchos de estos hombres han sido víctimas de la violencia machista cuando eran niños. Es a través de la transmisión generacional y la socialización que  los hombres van aprendiendo que es una sociedad que tolera y acepta ese tipo de relaciones y actuará nuevamente según vio, según aprendió de lo que significa ser hombre.

5.                  “No nada de los dos (haciendo referencia a cuestión de pareja), estás en la vía pública”.
Todavía es difícil romper la idea de que las cuestiones “de pareja” son temas privados y que es el ámbito donde se resuelve y ahí nadie puede meterse. Muchos agentes de seguridad, llámese policía o serenazgo, muchas veces consideran que un acto de violencia en la vía publica no puede ser tolerado, y aduciendo en sus intervenciones que están afectando la tranquilidad y el orden del espacio público, y con ello sentenciando de manera indirecta que si el hombre quiere ir a pegarles a su pareja que lo haga en su casa no en la vía publica.
Si bien es aplaudible que los agentes de seguridad intervengan efectivamente en este tipo de casos, pero aun falta un paso mayor, que es que entiendan que es un caso de violencia contra la mujer en un espacio público, pero también en cualquier espacio privado y  que es un hecho que no debe darse bajo ninguna justificación, y definitivamente no solo es un tema de perturbar la tranquilidad del espacio público.
Es clave entender que la violencia no debe ser tolerada por ningún motivo, ni justificada venga de donde venga (de los hombres, de las mujeres, del Estado, etc.).
Habiendo señalado cada uno de estos puntos, es importante señalar algunas opiniones sobre los miedos, cuestionamientos y contraargumentos que se observan en los diferentes comentarios en los medios virtuales en torno al reportaje.

1. “Es mejor no meterse, porque luego es la mujer quien sale defendiendo a su pareja”.
Entender la complejidad del mundo subjetivo de las mujeres que sufren violencia es un reto. Si solo vemos lo aparente, justamente nos reafirmaremos en nuestros prejuicios. Y lo cierto es que no es fácil para las mujeres que sufren violencia poder romper con ese círculo de violencia. Para que ella siga con su pareja y “no lo deje” muchos actores están en todo momento presionándola: la familia que le dice que “una buena mujer o una buena esposa lo soporta todo, por el bien de la familia”; la presión de la sociedad que, en general, la culpa ( “Algo habrá hecho; por eso, se lo merece”); un Estado que no la protege (incluso si ella denunciara, las leyes son tan deficientes que no la protegerían, al contrario la ponen en riesgo); y ligado a este último aspecto, la mujer sabe que lo más probable es que, cuando estén a solas con su pareja la violencia puede ser aun más fuerte hacia ella (porque la mujer termina siendo culpable hasta de que alguien la defienda). Por eso, es importante que hagamos un esfuerzo de sensibilidad. Antes de opinar o tomar actitudes lapidarias, pensemos acerca de las diferentes situaciones que deben estar pasando las mujeres que son víctima de violencia.

2. “Después de la pelea un poco más allá se están besuqueando o se van abrazados”.
Posiblemente, veamos casos parecidos a los señalados o mostrados en el reportaje, y nuevamente es mucho más complejo de lo que podemos ver a simple vista, pues una mujer que está dentro de una relación de pareja donde hay violencia es porque ya cruzó un límite y el hombre ya logró someterla y dominarla. En esas circunstancias, la relación de dependencia es uno de los mecanismos más fuertes que impide que una mujer tome la decisión de separarse, de denunciar, etc. Dado que este estado de dependencia está tremendamente nutrido por un aparente amor hacia su pareja, por una incapacidad para verse libre o autónoma en otros espacios o con otras personas, o por los miedos (a la soledad, al desprestigio, la sanción, a la violencia, etc.) que son consecuencia de lo que ha venido cediendo la mujer al hombre, como son anteponer las necesidades de su pareja ante la de ellas, sus espacios, etc. Podríamos ahondar más sobre este punto, pero no es el objetivo de este texto; sin embargoes importante hacer el esfuerzo de pensar qué sucede en verdad en este caso. Personalmente, no creo que a ninguna persona le guste vivir en una relación violenta ni siquiera en nombre del amor.

3.  “¿Qué sucede si me meto y me meten un balazo, o me pega a mí?”
Definitivamente, cuando se presenta este tipo de reflexiones no es necesariamente para incitar o invitar a que las personas se enfrente mediante golpes con el agresor, situación que definitivamente sería peligrosa para ambas partes.
Consideramos que, de modo general, mientras tengamos estas creencias siempre que caminemos por las calles, o veamos situaciones de violencia en nuestros vecinos, etc., seguiremos pensando que es algo normal. Por el contrario, con esto queremos desmontar esas creencias tan enraizadas y apostar por una sociedad que critique, cuestione y sancione este tipo de violencia o cualquier acto de violencia. Para ello no es necesario ir y pegar al agresor, podemos hacerlo llamando a la policía, al serenazgo, parándonos cerca al hecho, haciendo acto de presencia y, si las condiciones son seguras, interviniendo para separar (siempre primero cuidando de la seguridad de uno y la mujer. Brindar información a la mujer y al hombre sobre espacios donde presten ayuda sobre esos casos (si es que se tiene la oportunidad de conocer personas que viven en esa situación-familiares, amigas, vecinos, etc.)
Cuestionar los discursos legitimadores de las personas más próximas que tenemos, esos pequeños hechos ya son actos revolucionarios que harán que nuestra sociedad pueda cambiar por un mundo sin violencia, sin machismo.




[1] Reportaje del programa dominical Panorama, realizado a la “Brigada Anti machismo” de la Red Peruana de Masculinidades: http://www.youtube.com/watch?v=UlAnWoZpdhY
[2] Psicólogo social de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima, Perú). Coordinador y activista de la Red Peruana de Masculinidades.
[3] Según el informe periodístico hasta noviembre de este año se pasaba 100 casos de feminicidio, ver en: http://elcomercio.pe/actualidad/1659393/noticia-mas-100-casos-feminicidio-se-han-registrado-peru-lo-que-va-ano






 [J1]Público,?